Otto Dix, “Retrato de Hugo Erfurth”, técnicas y secretos


El Museo Thyssen disecciona el retrato de un renacentista del siglo XX

La serie que ha puesto en marcha el Museo Thyssen, “Contextos de la colección permanente” pretende estudiar en profundidad varias obras de arte de su catálogo. Sirviéndose de los últimos avances tecnológicos en análisis de cuadros, un grupo de especialistas realiza radiografías, macrofotografías, etc… Toda una revolución en la historia del arte que permite conocer qué hay debajo de la pintura.

En esta ocasión el paciente es el “Retrato de Hugo Erfurth” (1926), de Otto Dix. Partiendo de esta obra, y gracias a esos nuevos métodos de análisis, podemos tocar diversos aspectos;

El primero de ellos, la relación especial entre el retratado y el retratista. Otto Dix, el pintor, y Hugo Erfurth, fotógrafo, eran buenos amigos. De hecho retrataban, ambos en su modalidad, a los mismos personajes. Esta relación se ha querido ver como la coexistencia en los primeros años de la fotografía de la pintura y la nueva modalidad. Según nos explica una de las comisarias de la exposición, Paloma Alarcó, esta relación entre ambos no es de rivalidad. La fotografía como sabemos, supuso un golpe a los artistas que pintaban la realidad de la manera más fidedigna posible. ¿Para qué pintar la realidad si ese nuevo invento podía materializarla tal y como era? Para Otto Dix la fotografía en cambio no supuso tal trauma. Estéticamente, sus obras están bastante apegadas a la realidad, aunque con un matiz que la realidad no ofrece; la ironía.

Y gracias al análisis de la técnica, queda claro que para Dix el modus operandi es tan importante como el motivo (lo sabemos por ejemplo, por el hecho de que describía el proceso de realización del cuadro en la parte posterior del lienzo). Otto Dix pintaba como los maestros renacentistas alemanes que más admiraba, Durero y Cranach. Hacía mucho tiempo que existía el óleo pero él se decantaba por la complicada y laboriosa técnica medieval. Tanto es así que un coetáneo suyo, el artista George Grosz, se refería a Dix (no sin sarcasmo) como Otto Hans Bandung Dix (en referencia a otro detallista maestro del Renacimiento).

Por lo tanto para Dix la fotografía no suponía un rival, sino una modalidad diferente que conseguía resultados parecidos. No solo no rechazaba la fotografía sino que se inspiraba en ella, y casi siempre en las instantáneas de su amigo Erfurth.

Antes habíamos hablado de que la obra del alemán no está carente de ironía. Y así lo demuestra en el retrato a su amigo el fotógrafo. Lo inmortaliza con un perro. Para Paloma Alarcó existen dos explicaciones; “puede que quisiera compararle con los retratos de gente de la aristocracia, gente que solía retratar Erfurth, y para ello lo pinta con un perro. Recuerda a los grandes retratos de la aristocracia en los que aparece un perro al lado del retratado”. Puede por tanto que exista en esta inclusión un tono burlesco, la equiparación de un fotógrafo que se codeaba con la aristocracia con la propia aristocracia que representaba en sus fotografías. Conociendo la tendencia de Otto Dix hacia el sarcasmo, es más que posible. Pero ello no es incompatible con esa amistosa relación, de la que, según Alarcó, ambos se beneficiaron; “Dix del manto protector de Erfurth, que le conseguía clientes, exposiciones, fotografías para los cuadros”.

Este cuadro responde a la pregunta de porqué a Otto Dix se le considera el padre de la llamada “Nueva Objetividad”. La recreación en los detalles, como en el anillo del dedo o en la textura de la corbata o en el cabello del retratado así lo indican. Esta obsesión por el detalle es también un signo de rebeldía, ya que en aquellos años la tendencia predominante era el expresionismo. Esta recuperación del Renacimiento fue adoptada por diversos artistas, que se han agrupado bajo el epígrafe “Nueva objetividad”. Sin embargo, como Paloma Alarcó subraya, “lo que para ellos fue un paréntesis en sus carreras, ya que luego derivarían en otros estilos artísticos, para Dix fue una pauta estética de toda su carrera, excepto unos breves años al final de su vida”.

Otto Dix, un renacentista del siglo XX que ha desvelado sus secretos gracias al análisis de los expertos del Thyssen. Aún pueden aprovechar para visitar esta exposición que estará vigente hasta el 18 de mayo. Nosotros estaremos atentos de cuál será el nuevo paciente que se tumbe en las camillas del Thyssen.

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